La bendición mas grande que se me ha dado es el saber de que estoy hecha.
Alguna vez una voz me contó la historia: eran cientos de estrellas mirando hacia el planeta tierra, donde existían miles de cientas de infinitas posibilidades dentro de una molécula, esperando que la chispa divina del amor surgiera, y entonces, el milagro fue hecho y en el espacio azul y verde todo empezó a ser realidad, por que alguien así lo soñó. Los pájaros cantaron y volaron, los delfines danzaron, saltaron sonrieron y en un lugar la madre parió, nos parió y todo fue posible.
Que bendición saber que mis aguas son las aguas de mi creador, que en ellas todas las emociones corren, fluyen, purifican, que ese vital liquido danza por mis venas, por mi útero, por lo que soy.
Que bendición saber que el fuego de mi corazón es el alimento mismo del universo, que ese abuelo esta en mi actuar, en mi amar, en mi hacer, que ilumina mi camino, que todo a su paso es transmutado, es la certeza de la alquimia hecha colores pasión.
Que bendición saber que el viento recorre mis pensamientos, refresca mis ideas, da origen a lo que el gran espíritu tiene por decirme, mostrarme, que la suave y penetrante caricia de sus brisas me da el aliento de vida, para abrir los ojos y continuar por los miles de senderos que se abren a su paso.
Que bendición saber que la tierra que piso es el vientre de mi madre y el corazón de mi padre, que todo lo que se siembra, florece, y que esa cosecha es la materialización de lo que alguna vez fue una idea, que todo alimento, toda medicina, están contenidas en el centro de la existencia y que esa existencia es también lo que soy, lo que eres, lo que somos.
Cuanta alegría y agradecimiento por la posibilidad de estar contenta, de estar viva, de respirar, de sentir, de amar, de extrañar, de hablar, de comer, de cantar, de danzar, de rezar, de prender un tabaco, de hacerle el amor al universo, de escribir, de sanar, de purificar, de llorar, de sonreír, de compartir, de ser y de existir.
Laura Moreno
– Noviembre 2013 por Laurita Sin Miedo