¿Qué es la casa? ¿Qué sientes que es tu hogar? ¿Qué sientes cuando llegas a aquel espacio que sientes como propio? ¿Descanso, regocijo?  Bueno, pues quizás sea esa la magia de aquello que llamamos casa.

Sin embargo, hay algo muy curioso en nosotros como humanidad, ya que durante mucho tiempo, hemos ido personalizando las cosas, hemos individualizado hasta los recursos que son de todos, y nos hemos identificado solo con “nuestro” lugar, separando y careciendo del sentido de pertenencia cuando nos dirigimos a otros espacios.

Por ejemplo, cuando vamos a trabajar, a estudiar, cuando nos dirigimos a la casa de otro, no solo sentimos que es otro “humor”, sino que nos maravillamos o nos sentimos excluidos muchas veces del espacio que habitamos, quizás porque no hemos logrado ver la conexión orgánica que existe en todo.

El agua, el fuego,  el aire, la tierra, conocemos sus naturalezas, y quizás los conocemos como principales elementos de la tierra, pero nos cuesta identificarlos y sentirlos en nuestro cuerpo. Lo mismo pasa con nuestras acciones y nuestra vida, ya que no vemos la reciprocidad, la interrelación  de las cosas y la consecuencia de nuestras  decisiones.

Día a día sentimos que vivimos en una sociedad enferma, vamos de un lado a otro buscando una píldora mágica que nos despierte o que nos permita ser feliz, sin embargo, no reconocemos que somos nosotros quienes creamos nuestra vida. No reconocemos que somos espíritu y que nuestro cuerpo es nuestro hogar.

Vivimos sorprendidos de las cosas. Nos sorprende enfermarnos por el agua que consumimos, nos sorprende no tener que comer, las calles trancadas, el paro de los campesinos,  las semillas transgénicas, la enfermedad de nuestros hijos, el estrés laboral. Todas esas circunstancias nos sorprende porque nos hace sufrir, nos sentimos víctimas de esa realidad, de ese Dios castigador, pero no observamos nuestras emociones, no observamos que pasamos incluso encima de nosotros mismos cuando nos prostituimos y decidimos cargar el peso de las obligaciones, en vez de danzar en el salón de la felicidad.

Ya es tiempo de ir más allá. Resulta necesario pasar la esfera del yo, del mundo que nos identifica, para ver al otro, para vernos como unidad (comúnidad), y ser observadores del mundo. Hoy  es necesario ver  que los gastos militares mundiales son 12 veces más altos que la ayuda para el desarrollo, y que lo alimentamos cada vez que nos sentimos parte del conflicto, y en vez de ver los conflictos que tenemos en el día a día con nuestros esposos, nuestros hijos, nos quedamos en discusiones políticas sin sentido, o viendo las noticias sin tomar partido al respecto.

Hoy es necesario sentir que estamos viviendo un periodo crucial, ya que los científicos nos dicen que solo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, es de menester  tomar partida en este juego con los recursos naturales e impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra, entendiendo que el tomar partida no es haciendo marchas, protestando, haciendo campamentos para proteger los ríos, los bosques y las montañas, sino tomando responsabilidad desde adentro, siendo desde la casa, siendo conscientes día a día, ahorrando agua, separando los desechos orgánicos, reciclando y depurando nuestras emociones día a día.

“Basta con dejar de excavar el suelo y levantar los ojos al cielo”

Ejercicio practico:

Mira la película “HOME” y después de verla haz una lista de las acciones que crees debes cambiar para mejorar no solo la situación en tu casa, sino en la incidencia del planeta.