Estaba escribiendo en mi celular cuando la vi, cuando me di cuenta que algo inusual estaba mi lado: El tiempo se congeló y mi mirada la robó una mujer.
Estaba allí, tranquila, quieta, sensual, un poco seria y evadiendo mi mirada; quizás estaba concentrada mirando otra cosa, o quizás quería que yo le hablara, y aunque ninguna de las dos situaciones fuera, lo cierto es que era bellísima.
Nunca antes había visto una mujer igual, que entre el alboroto de la ciudad, entre la contaminación auditiva de un transmilenio, un rostro pudiese anular todo sonido y robar mi
atención. Fue como si hubiese silenciado la realidad y se pusiera en una posición, mi cuerpo me temblaba, la voz y el corazón me decían que le hablará, sin embargo, no pude hablar con ella directamente, sino con su pretendiente, que en ocasiones en la relación actuaba como su padre, satisfaciendo sus necesidades físicas y espirituales.
“Disculpe” le dije. Lo interrumpí y me encamine en preguntarle sobre tan bella mujer. Se presentó con el nombre de Fredymebu, y amablemente me contó que hace un par de
minutos la había conocido, la había abrazado entre sus trazos. Me contó que se deleitaba por las mujeres, y que desde ya hace algún tiempo incluso desde que estudiaba en la Universidad Nacional de Colombia, se obsesionó por la belleza femenina, por las curvas y la piel de Gaia. Sintiendo en el cuerpo montañas, ríos, llanuras, pero sobre todo, bosquesdonde su niño, su mono interior podía fantasear.
Así que en sus palabras descubrí la afición por la belleza de las mujeres. Me contó que había tenido muchas durante años entre sus manos, pero que siempre se había preocupado por la expresión de su corporeidad. No era difícil ver sus curvas, detalles, manos, ojos, ya que era muy figurativo en el momento de conquistar, pero siempre le había preocupado tener mujeres que expresaran más.
Continuó el camino, nos bajamos del articulado y seguimos conversando con él. La mujer, por otro lado, había sido guardada entre las tapas de su agenda, aún sin un cuerpo sólido, sin manos y sin pies. Quizás pueda que mi corazón haya quedado con la necesidad de hablar con ella, sin embargo, debo agradecerle, porque aún así, debo reconocer que el impulso animal que se fijó en ella me llevó a escribir sobre él: Fredymebu , un artista visual que conocí en transmilenio.
Ejercicio práctico:
Coge un papel en blanco, coge un lápiz, esfero o algo para rayar y ahora disponte a dibujar lo primero que sientas. Al finalizar dale un nombre, dale una herramienta, un uso, y durante estos días acuérdate de él. Siéntete como Dios, como el creador, el que le da vida a tu pintura.