Hace uno días vi a una anciana que me observaba, misteriosa e inocente, me di cuenta que tras su rostro habían secretos, aventuras, pasajes que jamas nadie conocerá, definitivamente que en sus pupilas vio a dios reír.

A menudo, me imagino a Dios, a la condición divina de la existencia reírse de mi cada vez que me enredo y que mi corazón se hace una montaña rusa… y me digo… me quiere, no me quiere, mucho, poquito o nada, estoy segura que se caracajea de mi confusión hormonal del momento.

También lo he visto en tus labios que algunas besaron los míos con un temor congelante que le bajo la temperatura a estas locas ganas de estar contigo.
Lo pude reconocer en el espejo, en el reflejo que veo todas las mañanas cuando con sentimiento, sea el que sea, me levanto y decido aventurarme a la desafiante decisión de vivir consciente, despierta.

Lo veo en ti mi dulce y poderosa amiga.

Ahora se que Dios tiene muchos rostros, infinitos lenguajes y formas para mostrarse, que a veces le llamo papá, mamá, tita, amor, amiga, hermano.
Que se las arregla para que de alguna forma yo le vea, para que tu le veas.
He visto a Dios Reír en tu sonrisa, en mis ganas de volar, en tus ganas de ser.
He visto a Dios Reír en los colores del arco iris, en la lluvia que cae y arrulla, en el sol que quema y calienta, en la brisa que acaricia y despeina.

He visto a Dios Reír en los reinados de belleza, en las parodias a las que llamamos novelas.
Lo he visto reír en la reacción que tenemos ante un tráfico pesado, he visto su sonrisa en la brucela de los carros y en la forma de volar de un ave.
He visto a Dios Reír cuando miro a mi inconsciente y me doy cuenta que mi vida ha sido creada por mis creencias y mis pensamientos.

Lo he visto sonreír cuando me he rendido a todo y por fin, me he entregado a él.