En la actualidad, es común escuchar hablar acerca de los radicales libres que se generan en nuestro cuerpo por diversos factores; también de múltiples productos, unos naturales, otros no tanto, que contribuirían a su erradicación y por tanto a mantener una mejor salud y lucir más jóvenes. No obstante, las menciones que comúnmente se hacen en distintos ámbitos de nuestra vida cotidiana sobre este extraño termino, no tenemos una idea muy clara del mismo.  Es así, que profundizando un poco en el tema, encontré que los radicales libres son una consecuencia del oxigeno que respiramos, es decir un subproducto que generan las células de nuestro organismo, que finalmente termina afectando el bienestar de nuestro cuerpo.

Aparte de la respiración, otras fuentes de radicales libres las tenemos en la exposición a los rayos ultravioletas del sol, sustancias como los pesticidas, el monóxido de carbono, las carnes rojas, el café, las grasas y principalmente los fritos que tanto encantan a muchas personas. Pero de las fuentes mencionadas anteriormente, lo que menos me esperaba es que el ejercicio físico, fuese un generador de radicales libres; eso sí; vale la pena aclarar por fortuna, que se trata del ejercicio físico intensivo, lo que ha llevado a concluir a los investigadores que el ejercicio saludable, debe ser realizado de forma moderada, nunca hasta el agotamiento.

Nuestro cuerpo, está formado por células, que se componen de moléculas, las cuales a su vez están conformadas por agrupaciones de átomos. En las moléculas los núcleos de los átomos están en el centro y a su alrededor giran los electrones, normalmente en número par (para equilibrar las cargas eléctricas). Las fuentes de radicales, descritas en el párrafo anterior,  provocan en un momento dado, que un electrón de un capa externa se salga y ande dando vueltas por ahí, buscando otra molécula a la que unirse, lo cual puede llegar hasta el punto en que la desestabilice, entre a su núcleo y provoque desajustes que termina manifestándose en nosotros como envejecimiento, y enfermedades graves.

Como es de esperar, nuestro cuerpo produce naturalmente sustancias que erradican los radicales libres y nos permiten conservar el vigor y la salud hasta cierto punto, en el cual con el paso del tiempo, disminuye esa defensa natural. De acuerdo con esto, la buena dieta, compuesta especialmente de verduras y vegetales, el ejercicio moderado, ye el equilibrio físico y emocional, son indispensable para la conservación de la buena salud y mantener la estabilidad de nuestro sistema físico.

Pero: ¿qué papel, desempeña en todo esto la glándula pineal? Resulta que la glándula pineal, no solo cumple funciones de tipo espiritual, ya que como decía René Descartes, esta constituye el asiento del alma, sino que es la encargada de generar la hormona melatonina, la cual es el más poderoso antioxidante, generado por nuestro propio cuerpo, y protector contra la neurodegeneración, y las consecuentes mutaciones celulares que terminan afectando nuestro vehículo físico de expresión en este campo atómico o material.

De lo planteado en este breve artículo, se destaca la gran importancia que tiene, no solo una buena dieta, el ejercicio equilibrado, sino también el adecuado manejo del componente emocional y cognitivo del ser humano, puesto que aquellas situaciones del día a día, que nos sacan de casillas y nos provocan estrés, o sentimientos de baja vibración como el odio, la culpa o los celos (durante un tiempo prolongado), disminuyen nuestro sistema inmunológico y nos hacen presas más fáciles de los radicales libres. En estos procesos, las técnicas de activación de la glándula pineal, contribuyen a elevar los componentes de melatonina, naturalmente en nuestro cuerpo, generando por consiguiente mayor bienestar y capacidad de nuestro organismo para  mantener el equilibrio físico, emocional y espiritual y conservar la juventud en nuestro cuerpo.