El pedagogo estadounidense, afincado en Canadá, Henry Giroux (1943), uno de los fundadores de la llamada pedagogía crítica, considera que las artes y las humanidades deben jugar un papel central en el currículo de las escuelas y califica de “crimen” su eliminación. Así lo expresó en una conferencia organizada por Temporada Alta, en Girona, y ante un auditorio formado mayoritariamente por docentes.

Antes, el académico de la McMaster University (Ontario) concedió una entrevista a La Vanguardia en la que deja clara la necesidad de repensar cuál debe ser el objetivo de la educación y cuestiona la utilidad de los actuales métodos de evaluación, que considera una forma de opresión tanto para los estudiantes como para los profesores.

¿Qué papel deben jugar las artes escénicas en las aulas?

No me puedo imaginar una escuela sin artes escénicas. El teatro inspira, da energía, actúa contra de la idea de que la educación solamente son exámenes, hace que los estudiantes estén más vivos y abre las posibilidades de ser educados. Es una práctica de liberación.

¿Cómo debe ser el funcionamiento de un aula?

Yo no creo que se deba hablar tanto de cómo debe funcionar o cómo se debe organizar una clase, sino más bien pensar en cuál debe ser el objetivo de la educación. Y creo que la educación debería dotar a los niños de las aptitudes, los valores para hacer una sociedad sin injusticias, ayudarles a ser reflexivos y también compasivos. Debemos ayudarles a ampliar su imaginación, a aprender, pero también debemos intentar lograr que la educación pueda llevar a un cambio social.

“La educación debería dotar a los niños de las aptitudes y valores para hacer una sociedad sin injusticias”

¿Es partidario de los exámenes?

Los exámenes forman parte de un discurso de opresión, son una forma de disciplinar a estudiantes y a profesores y creo que roban la imaginación de los alumnos. Los exámenes se han convertido en una maldición al servicio de los poderes empresariales y otros poderes que buscan beneficios, ya que lo único que hacen es eliminar la autonomía de los maestros. A los docentes se les dice que hay que evaluar a sus alumnos y sobre qué contenidos, pero en el fondo esto hace que los maestros cada vez sepan menos de sus pupilos y de su comunidad y los estudiantes no se sienten ni motivados ni esperanzados.

¿Un mundo tan repleto de pantallas coarta el espíritu crítico de un alumno?

Existe un error fundamental en relación a la cultura digital que es culpabilizar a la tecnología en vez de la sociedad que la usa. Las tecnologías se pueden usar de formas muy productivas. Cuando hablamos de cultura digital, nos referimos a los estudiantes como consumidores, pero creo que deberíamos tratarlos como productores de cultura: debemos ayudarles a controlar sus medios, a producir sus propios periódicos, a contactar con estudiantes de otros países para hablar de injusticias y de lo que la prensa convencional no aborda.

“Lo único que hacen los exámenes es eliminar la autonomía de los maestros y la motivación de los estudiantes”

En España, los cambios en el sistema educativo son habituales en función de quien gobierna ¿Qué sentido tiene eso?

Esto demuestra algo que mucha gente no quiere ver. La educación es un tema de luchas y tiene mucho que ver con el poder. Y eso en el fondo no hace más que reconocer que la educación puede llegar a ser peligrosa.

¿Ocurre en otros países que la política ejerce presión sobre la enseñanza?

Cuando Lula da Silva accedió al gobierno de Brasil, aumentó la alfabetización, los sueldos de los profesores e hizo lo posible para que el sistema educativo fuera democrático. Bolsonaro dijo que eliminaría cualquier referencia a Paulo Freire (uno de los más destacados pedagogos del siglo XX), que purgaría a cualquier académico que mencionara su nombre y que eliminaría los departamentos de filosofía y sociología porque considera que lo único que debe enseñar la escuela es a transformar la educación en un medio para obtener dinero. En Cuba, cuando Fidel Castro llegó al poder, el sistema educativo fue reformado y se abrió a todos, se formaron a muchas personas de clase trabajadora. Si nos fijamos, los gobiernos de izquierdas se toman más seriamente la educación que los gobiernos fascistas o liberales.

¿Recomendaría el modelo educativo finlandés, que tantas alabanzas recibe?

En el modelo finlandés los profesores son muy respetados, cobran buenos sueldos, son tratados como un bien público, tienen un gran control sobre sus aulas que tienen ratios pequeñas. Respaldo ese modelo para cualquier país. Los docentes son un bien común y merecen más respeto que un banquero o un ejecutivo. Uno de los índices que ayuda a medir cómo un gobierno trata a sus menores es a partir de la inversión en educación. Cuando se invierte más en gasto militar que en educación, hablamos de una sociedad que agoniza, moribunda.

¿Los profesores están preparados para hacer pedagogía crítica en las aulas? ¿Tienen suficientes recursos?

Si queremos que los profesores sean críticos, hay que formarlos ya sea a través de programas pedagógicos o didácticos.

Y los padres, ¿qué papel juegan para que sus hijos se imbuyan de ese espíritu?

Los padres deberían estar muy implicados en las escuelas. Debe haber un diálogo entre el poder, los padres y las escuelas. Pero no sólo la familia debe implicarse, sino la sociedad.

“Los docentes son un bien común y merecen más respeto que un banquero o un ejecutivo”

 

Crédito: La Vanguardia 2019 – Silvia Oller