La individualidad mal entendida ha sido una de las mayores premisas de los últimos años a nivel social, nuestro día a día está cargado de apariencia y competencia, supliendo así necesidades primarias que poco aportan a una creación íntima y colectiva, sino que logra una desarticulación con lo esencial: el ser.

Hemos enfocado gran parte de nuestras vidas en una construcción a base de ejes externos, no nos permitimos ser, y la autenticidad se desvanece en un mar de estereotipos que terminan por desarticularnos con nuestro ser (tanto material como inmaterial) logrando cierta desarmonía en nuestro entorno.

A la hora de generar la pregunta ¿cómo articulándonos podemos lograr un mundo mejor?, son más los cuestionamientos presentados que una respuesta concreta. Somos seres individuales, pero sociales y es allí dónde creo, debe fundamentarse una guía para encontrar una receta “mágica” que permita plantear hipótesis frente al cuestionamiento.

Durante días, di vueltas y vueltas frente a la pregunta; y me fue recurrente como en muchas ocasiones la necesidad de articular el ser. En ese momento recuerdo haber escuchado muchas veces que hay que ordenar la casa para permitir un ambiente saludable, y cuando hablo de casa, lo hago desde todos los puntos de vista en que se pueda ver éste concepto.

Para generar un mundo mejor, es indispensable empezar por entender que como seres humanos, cada uno es un mundo y debemos procurar que éste sea un lugar óptimo para vivir. Si no nos articulamos a nosotros mismos, difícilmente nos articularemos con los demás, para generar un ambiente colectivo, saludable y diverso; en dónde el respeto por el mundo que cada uno es, sea fundamental.

Partiendo de esto, en mi humana opinión, no exenta de equivocarse, considero que debemos procurar un “yo” saludable y respetuoso por si mismo y por los demás; entendiendo que en la diversidad se encuentra una colectividad que presenta una gama de colores infinita que aporta a una construcción global de enriquecimiento y sanidad para nuestro entorno. Con base en esto, es importante entender para qué estamos en este universo y como nuestra huella puede contribuir a un desarrollo sano, y a un “nosotros” respetuoso por el ambiente en toda su magnitud, o como diría Félix Guattari, generar un ecosofía o ecología articulada que dé cabida al respeto por la autenticidad y a la creación de ambientes saludables y refrescantes para la construcción individual y social .